Sánscrito

Sánscrito, lengua madre de la humanidad

“Los versos de los Vedas moran en la sagrada sílaba,

el campo trascendente en donde habitan también los dioses

 y las leyes del cosmos, quienes son responsables del universo manifiesto.

Aquel cuya conciencia no está abierta a este campo,

 ¿qué pueden lograr esos versos para él?

Aquellos que conocen este nivel de realidad

 se establecen en la Totalidad.”Rig Veda

Un conocimiento primordial

El Sánscrito es la lengua madre de nuestra civilización, y sus sílabas han sido las semillas desde las cuales miles de lenguajes posteriores florecieron. Sin embargo, mucho se ha debatido y especulado sobre el origen, la formulación y la composición de este ancestral lenguaje. Allende las profundas interrogantes que supone este fenómeno de la humanidad, quizás lo más importante sea ver la literatura sánscrita como el legado de sabiduría más completo y extraordinario conocido por el hombre. Las revelaciones sánscritas que se dieron a conocer como el Veda son, aún hoy en día, un saber de culto para devotos, iniciados, eruditos y estudiosos de las tradiciones primordiales.

El Sánscrito es por definición el lenguaje védico original, el cual a su vez apunta a haber sido la lengua originaria de los demás idiomas indoeuropeos y sus derivados. Además de eso, se sabe que el valor de este código es su amplio uso en la ciencia ritual védica (karma khanda) a partir del Mantra Yoga, además de la vastísima cantidad de tratados que han surgido de su fértil naturaleza, los cuales abordan (y en muchos casos, fundan) las ramas del saber que luego se instaurarían formalmente en la sociedad: arquitectura, artes, medicina, astronomía, matemática, filosofía, etc. Un detalle fenomenal de este colosal proceso fue el hecho de que por siglos y milenios todo el conocimiento se pasó únicamente de manera oral: de padres a hijos, de maestros a discípulos, generación tras generación.

No obstante, ¿es el Sánscrito solo un idioma antiguo? ¿es posible que un código de este tipo guarde algo más que solo información? A esta ancestral lengua se le nombra tradicionalmente como samskrta, término que se traduce literalmente como “perfeccionado”, aludiendo a la expresión de un lenguaje superior y de orden divino y revelado, así como el Veda mismo. De hecho, su alfabeto, conocido como devanagari, que traduce “la ciudad de los dioses”, también indica la sacralidad de su uso verbal y textual. Entonces, el samskrta (lenguaje) así como el devanagari (alfabeto) se pueden definir como un lenguaje antiguo altamente refinado, pero también han de verse como un mecanismo esencial que ha servido para codificar la sabiduría en conciencia del Sanatam Dharma, la milenaria Tradición Védica, desde tiempos inmemoriales.

Mas aún, el poder del sánscrito reside en su sonido, su expresión sónica. Samskrta es el lenguaje del mantra, pues si bien existen mantras en lenguas vernáculas posteriores como el Bonn tibetano, el Pali e incluso el Hindi, entre otros, el origen del Mantra Yoga primordial es el código Sánscrito. Por tanto, este es de alguna forma un lenguaje vibracional, que tiene una carga energética o frecuencia vibratoria, y que al ser entonado produce resonancia tanto en el cuerpo y la mente, como en el ambiente y en los planos sutiles, invocando ritualmente cualidades de luz que pueden hacerse presentes mediante estas prácticas yóguicas y ceremoniales. 
Por último, es importante reconocer que este código de luz es quien le da una unidad a todo el legado védico milenario, pues aunque existan diferentes tradiciones y líneas de práctica dentro del Dharma, es el uso del mantra sánscrito a través del shastra (escrituras), quien permea todos los senderos o Yoga Margas, sintetizando así la unidad de la Tradición Védica como tal.

La historia de un lenguaje revelado

Ahora bien, en cuanto a su historia y su amplia trascendencia también hay muchos elementos por destacar. Los debates sobre el origen de la civilización humana a nivel historiográfico, antropológico, sociológico y demás han tenido distintas vías. Pero en particular hubo un estudio, iniciado durante el siglo XVIII por académicos europeos, que se basó en el lenguaje y su desarrollo a lo largo de los siglos y milenios. Esta indagación le hizo ver a Occidente que quizás el origen de sus conocimientos no era simplemente la Grecia antigua, como se solía pensar.

Estos investigadores, como el reconocido Max Muller, vieron que debíamos remontarnos hacia el Oriente, hasta llegar al sacro suelo de la India antigua, al lugar en donde se sabe que existió la más antigua población del subcontinente indio y de Asia en general: el Valle del Indo, en las ciudades de Mohenjo Dharo y Harappa, localizadas en las faldas del Himalaya entre India y Pakistán. Como hemos estudiado en entregas anteriores, según estudios arqueológicos y conjeturas astrológicas, además de revelaciones de Maestros recientes, se dice que en este lugar se asentó una elevada sociedad, hace alrededor de 5000 años (o más), en donde el Sanatam Dharma, la Tradición Védica, fue revelada y practicada en todo su esplendor.

Este estudio consistió en ver la evolución de las lenguas antiguas, en donde por medio de análisis comparativos entre el latín, el griego y el sánscrito, entre otras lenguas, pudieron determinar que el más antiguo de los lenguajes conocidos sería el sánscrito védico, propio de los libros Vedas como tal pero que para la época de los Upanishads ya no se usaba popularmente, pues había evolucionado hacia lo que se conoce como Sánscrito clásico.

Estos eruditos rastrearon todos los textos así de los que se tuviera registro, y hallaron los Vedas. Leyéndolos, comprendieron que sus redactores se identificaban a sí mismos como “Arios” (en sánscrito: Arya, que significa “noble ciudadano”). Y entonces, cuando Europa percibe que el origen de su sociedad se encuentra en un territorio y una población indígena oriental, surge una carrera desenfrenada por hacerse del término y apropiárselo mediante un nacionalismo exacerbado. Por supuesto, la Segunda Guerra Mundial fue en parte un producto de esto, pues los fundadores del partido nazi alemán quisieron defender la idea de que los “arios” en realidad habían sido caucásicos, habitantes de tierras nórdicas como Alemania, y que habían emigrado hacia el territorio de la India en algún punto de la prehistoria perdiendo su “pureza” racial. Por eso apropiaron otros símbolos védicos lumínicos como la swastika, distorsionando su significado. Sin embargo, no hace falta entrar en detalles de cómo terminó esa situación.

Más allá de eso, en realidad desde el punto de vista de la Tradición Védica siempre se sostuvo la idea de que los Arios (los nobles ciudadanos védicos tradicionales) no inmigraron de ningún lugar externo a la India, sino que estos fueron una sociedad que brotó allí, en las faldas de los Himalayas, de una forma natural. Y que por el esplendor de la sabiduría que revelaron sus Rishis se convirtieron en la cuna de la civilización, quizás forjando una historia lumínica sin precedentes -pero cada vez más asediada por el olvido y por luchas de poder que poco representan la verdad más profunda del ser humano. Este conocimiento se abrió paso a nuestro presente desmintiendo la tergiversación eurocéntrica que se pretendía en esa época y que muchos aún quieren defender.

No en vano Krishna y Arjuna, entre muchos otros personajes así, en las crónicas del Mahabharata se identifican a sí mismos y a su linaje de Pandavas como Arios, defensores del Dharma o la Ley divina. De esta manera podemos ver que desde la Tradición siempre existió un orgullo sobre el origen de sus prácticas espirituales, esta vez enalteciendo incluso su lengua sánscrita original, que sirvió para salvaguardar su memoria incluso hasta nuestros días. Eso, además de seguir sosteniendo la posibilidad de la invocación ritual mediante el ceremonial védico y el Mantra Yoga, hace del Sánscrito un bastión tanto del Sanatam Dharma como de la humanidad toda.

Hoy por hoy muchas palabras sánscritas ya se han adoptado oficialmente en el inglés y otros idiomas contemporáneos: términos como gurú, mantra, prana, kundalini, tantra, yoga, chakra, entre muchos otros. Pero desde allí, al querer retroceder hasta el origen nos topamos con varios vacíos de información en el camino de reconstruir un punto inicial. Si bien el sánscrito clásico fue descrito por el gramático Panini en su tratado conocido como el Ashtadhyaya, como ya dijimos, el sánscrito védico es anterior y se encuentra presente solo en los primeros libros védicos. Quizás éste pueda algún día demostrarse como la semilla de lo que vino después.  No obstante, por el motivo de los incalculables tiempos de la historia, no podemos ubicar un punto de inicio, ni tampoco un exacto origen del Veda o del samskrta por ahora. Permanece la comprensión de los Yugas o eras astrológicas, que Maestros y astrólogos como Swami Sri Yukteswar dieron  a entender, en donde prevalece la idea de que el origen de este ciclo de la humanidad fue hace un poco más de 13,000 años, y eso nos daría una pista inexacta, pero muy valiosa, del origen de todo esto. Así, entonces nos queda la comprensión profunda del altísimo potencial del Mantra Yoga y de sus múltiples beneficios, por supuesto, como símbolo de una tradición perenne que ha sobrevivido por milenios al olvido, con su sabiduría esencial sobre la Realización, era tras era.

“Las Verdades están escritas, dicen, en los legados ancestrales que las contienen.
Fueron dadas y vertidas por la Conciencia Cósmica que nos creó.
Hazte entonces a ti mismo una pregunta:
¿Cómo las sé? ¿cómo he podido y sabido llegar a ellas?”Mataji Shaktiananda

Centro Latinoamericano de Estudios Védicos – CLEV EVD

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